Historia del Pueblo
El Templo
El Retablo
Interior de la Iglesia
Virgen de la Luz

      Arroyo de la Luz es Villa de 7.000 habitantes, antes tuvo 12.000, situada al Oeste de Cáceres, camino de Portugal. Veinte kilómetros la separan de la Capital de la Provincia. Al hablar del origen de los pueblos, suele decirse, cuando se desconoce, que se pierde en la nebulosa de los tiempos. Esto pasa con la fundación de Arroyo y con la fecha en que comenzó a vivir como pueblo. Encrucijada y comunicación entre el Norte y Sur de la Península y salida normal hacia el Atlántico de la parte central, convierten a nuestra Región y a nuestro pueblo en paso obligado y asentamiento de comunidades en estos lugares. celtas, romanos. visigodos y árabes pueblan Arroyo antes de la Reconquista o repoblación. Las gentes del norte y centro de Europa tocan aquí con las orientales del sur. La cultura nórdica de los celtas se cruza en nuestra tierra con la tartésica del sur.

      Dos aras funerarias celtibéricas interesantísimas, halladas en Arroyo, una de ellas, por desgracia desaparecida, han servido para descifrar las lenguas prerrománicas en España y en Europa. De época romana puede ser definido el templete que en la torre del reloj de la Parroquia de la Asunción sostiene la campana del mismo. Alguien ha opinado es resto de un Templo Romano que existiera en las inmediaciones y fue aprovechado para su finalidad actual en el siglo XVI. Una calle de la localidad llamada Quinea hace referencia a camino de caballos romano. Un ara votiva romana, de granito rojizo, no conocido en esta región, encontrada en la pared del corral de las vacas en la dehesa conserva esta inscripción: "Victoria laribus, Victoria animo libenti votum solvit" Victoria a los lares. Victoria cumplió su voto con ánimo agradable. Son muy significativas las prensas olearias -almazaras o lagares de aceite- de las que se encuentran cuatro en la dehesa. Esto nos indica que el cultivo fundamental era el olivo. Los romanos, expertos conocedores del cultivo más apropiado para aquellas tierras, poblaron de vides y olivos los terrenos arenosos de los alrededores de Cáceres. Crecen ahora encinas donde antes olivos y parras, pero permanecen los restos de los lagares, constituidos por grandes lagaretas, contrapesos cilíndricos y prensadores de granito que nos hablan de industrias, y trabajos desaparecidos, aunque bien documentados. Y, normalmente, junto a estos restos, se encuentran ermitas con vida en la actualidad, o vestigios de pequeñas iglesias romano-visigodas. Es una constante histórica y unas coordenadas que se repiten siempre.

      De Arroyo se guardan en el museo provincial varias aras votivas y funerarias de época romana.

Resto Arqueológico
Resto Arqueológico

De la civilización visigoda hay vestigios como los dos capiteles bellísimos de la iglesia de Brozas. Con la invasión de los árabes desaparece la cultura romana y visigoda y, de los más de quinientos años de dominación musulmana, tenemos la referencia del Pozo de las Matanzas, unido a la tradición gloriosa de la aparición de nuestra Virgen de la Luz. También el castillo almohade, cuya plaza de armas se conserva como Fuerte de Herrera y las albueras para regar con el agua de las charcas.

       Llegamos a la Reconquista y Arroyo del Puerco es liberado de los moros, con Cáceres el 23 de abril de 1229, por Alfonso IX de León. Permanece como aldea unida a Cáceres y es donada después al Condestable de Portugal y, es el Concejo cacereño el que reclama al Rey la devolución de Arroyo a su dependencia. Llegaron aquella primavera medieval los cristianos y se quedaron para siempre en el Arroyo al que denominaron del Puerco por el verraco del río. Luego al Arroyo lo hicieron Villa cuando empezaba el siglo XV, en 1403, y mandaba Enrique III, a quien decían El Doliente, primer hijo de Rey llamado Príncipe de Asturias. La desmembró de Cáceres y la dio en señorío a los Condes de Herrera. En el mismo siglo XV, el Conde de Benavente, uno de los cuatro grandes de la nobleza española, casa con la heredera de los Condes de la Encina, viniendo a ser en adelante el Señor de la Villa Conde de Benavente y Herrera. Vestigio del señorío y de su condición de Villa aun se conserva El Rollo -1503- junto a la carretera de Alcántara y nos dicen las crónicas que dio por escudo a la Villa El Doliente un roble cargado de frutos y un puerco al través, representando en el roble el valor y la incorruptibilidad y en el puerco los diversos y útiles servicios de sus moradores.

      Se gobernaba la Villa por un Corregidor o Gobernador de la misma y dos alcaldes, uno por el estado noble y otro por el llano; así se procuraba el equilibrio y armonía entre los dos estamentos sociales de la población.

Rollo de la Villa
Rollo de la Villa

En el siglo XVI, bajo el patrocinio del Conde de Benavente, se termina el Templo de la Asunción y se traen los grandes artistas que llevaron a cabo la realización del famoso Retablo. Contribuye Arroyo con una compañía de soldados a la lucha contra la rebelión de los moriscos en Granada, en tiempos de Felipe II, al mando del capitán arroyano D.Francisco de la Plata. Este capitán arrendó a Morales durante tres años la casa donde vivió mientras pintaba los tableros del Retablo. En la época de los Austrias la vida arroyana transcurre en calma y en progreso. El Señor, los nobles y el pueblo sencillo viven tranquilos con sus títulos, su religiosidad y cofradías, su agricultura y ganadería en un ambiente de pueblo con clase, empaque y categoría. Los Palacios con sus escudos, su Castillo, su Iglesia con el Retablo Mayor, sus siete Ermitas y su Convento de Franciscanos descalzos le dan el aspecto de una población importante dentro de la Provincia.

      Mención especial merece la actuación destacada de los arroyanos en la Guerra de la Independencia. Nuestro Archivo Municipal guarda abundante documentación de este desgraciado episodio de nuestra historia patria. Tal fue la significación del pueblo arroyano en la lucha contra el invasor francés que, éste despechado y, queriendo asestar un duro golpe en lo más querido para Arroyo destrozó la ermita y quemó la Virgen de la Luz el año 1810.